La personalidad de la mujer suele asociarse a la dulzura, la comprensión, la ternura, y muchas veces la sumisión.
Pero, lamentablemente muchas de estas cualidades, muy valoradas por nuestra sociedad, cuando aparecen en nuestra personalidad en forma exacerbada, pueden traerte más de un problema, sobretodo en el área laboral. Esto se debe a que, allí se pone en juego la competencia, que muchas veces puede ser feroz.
Cada persona debe aprender a manejar el delicado equilibrio entre la dulzura y la tenacidad. Para ello, debemos aprender algunas reglas par aplicar a nuestras vidas.
Aprender a controlar las emociones: Mantener la cabeza fría es un buen consejo. Si dejas que los comentarios negativos te afecten, no lograrás concentrarte en tu trabajo.
Cuidado con los ladrones de ideas: No permitas bajo ninguna excusa que otras personas se atribuyan ideas o trabajo que te pertenece. Debes aprender a defender tu esfuerzo, de otra forma, siempre habrá alguien que quiera beneficiarse, a través de tu trabajo.
Arriesgarse a estar en desacuerdo y proponer propuestas diferentes: Un buen trabajador no es aquél que siempre dice que sí a las propuestas de su jefe, sino aquel que se esfuerza por crear las mejores estrategias de trabajo. Y ello implica trabajar en equipo para trazar los mejores proyectos. Si tienes una idea que crees que será buena propuesta para la empresa, es importante que puedas compartirla con tu equipo de trabajo. Quien no arriesga no gana.
Recuerda que marcar tus límites no significa maldad, sino seguridad.