Toda relación matrimonial requiere de constante esfuerzo para poder crecer y mantenerse estable. Muchas veces, vivimos en la fantasía de que al encontrar a nuestra media naranja, todo será color de rosas. Que van a casarse y ser felices por siempre.
Sin embargo, la vida en pareja es todo un reto. Se debe recordar que es un proyecto de por vida, o por lo menos debería serlo.
Por lo tanto, cuando se presentan conflictos, es importante estar mentalizados y solucionarlos tranquilamente, sin agravar más los problemas.
La mejor salida ante un conflicto será trascender los matices del día a día y lograr la armonía. En el matrimonio, no podemos apoyarnos en la típica excusa «Yo soy así, si te gusta bien y si no, puedes irte», ya que esta es una actitud totalmente anticonyugal.
No se trata de enmarcar las diferencias, sino de encontrar las similitudes en las diferencias.
Es importante recordar que en el matrimonio, estamos en el mismo lado de la trinchera y debemos luchar por la misma causa, hacia un mismo fin.
La mejor fórmula es no dejar que los detalles absurdos desemboquen en conflictos grandes.
Es importante recordar que llevarse bien no es simplemente estar de acuerdo en todo, muchas veces tenemos que ceder aunque pensemos que tengamos la razón. Pero esto viene con un gran premio: un día más de felicidad matrimonial.
Tú decidirás si vale la pena o no.