La escritora Clara Janés ha publicado el ensayo ‘Guardar la casa y cerrar la boca’ (Siruela), un trabajo recopilatorio de varios años en el que ha reunido anécdotas y obras de mujeres a las que «se ha intentado tapar» a lo largo de los siglos.
En una rueda de prensa celebrada en Madrid, Janés ha explicado que se trata de un libro que no parte de una «investigación total», sino de momentos que han surgido en su vida. «Este libro lo he ido haciendo según las sorpresas que recibía», ha aseverado.
‘Guardar la casa y cerrar la boca’ toma el título de un texto de Fray Luis de León que, a su vez, sirve de cita preliminar para el ensayo. A partir de ahí, van surgiendo diversos textos y obras que han ido dejando las mujeres como legado y que, en algunos casos, son «poco conocidos pese a su relevancia».
Janés narra su primer descubrimiento, que le «sorprendió» debido a la importancia: se trata del primer escritor con nombre conocido de la Historia la acadia Enheduanna. Según cuenta en el libro, nada se sabía de ella hasta que a principios de siglo XX se descubrió tanto un disco de alabastro con inscripciones como los fragmentos de 42 himnos conocidos como ‘Los himnos del templo sumerio’.
Posteriormente, las páginas del ensayo recogen diversos casos de voces de mujeres «acalladas», como las afganas, que dieron a conocer cantos ridiculizantes del marido o dirigidos a amantes con un «fuerte carácter erótico». La persona que recopiló todos estos textos en ‘El suicidio y el canto’ murió probablemente a causa de este acto de valentía.
Asimismo, la obra recoge lo que Janés ha denominado «la paradoja de la mujer», con ejemplos de cómo «aquéllas que estaban encerradas, como las monjas, pudieran dedicarse a escribir y las de fuera del convento, no». Ésto también queda reflejado con las mujeres cortesanas chinas, que recibían una educación «casi como si fueran soldados» que otras mujeres de la época «jamás podrían recibir».
«A lo largo de las épocas las mujeres se han encontrado con condiciones muy hostiles. Por ejemplo, había reinas que no podían estar nunca solas salvo cuando estaban con el rey, e incluso tenían que bailar enmascaradas. La sociedad a veces impone cosas muy patéticas», ha lamentado.
Preguntada sobre cuáles son las grandes mujeres desconocidas de la sociedad, Janés no ha podido dar una respuesta porque «todavía quedan muchas y yo no las conozco». «En cualquier caso, me imagino que habrñá muchas mujeres africanas a las que habría que dar voz. ¿Quién sabe?», ha preguntado.